JUEVES 19 DE DICIEMBRE DE 2013
PROGRAMA 7 / CURSO 2013 – 14
LÍMITE SALARIAL Y SOLIDARIDAD
¿Cuánto más vale un ser humano que otro? ¿Cuánto más vale la
actividad que uno u otro realiza? La medida no depende de cualidades o
características objetivas sino de apreciaciones de mercado, subjetivas e
interesadas que ponen de manifiesto la arbitrariedad de una gran cantidad de
opiniones y de decisiones humanas que se miden más por los intereses
particulares o por los rendimientos económicos o comerciales que por la
importancia y la calidad de la tarea.
Asistimos estos días a propuestas que se realizan desde el sentido
común para hacer de la igualdad algo real y tangible y no un mero concepto que
navega por los entresijos de las teorías políticas, sociales y económicas y por
los entramados de la mente sin ningún objetivo o ninguna finalidad.
Aunque ha sido rechazado por la consulta popular en Suiza, y en el
Parlamento español por el PP y UPyD, la propuesta de un límite salarial no es
algo baladí sino un aterrizaje en el paisaje de reivindicaciones concretas que
pueden hacer del concepto de igualdad algo más que un mero brindis al sol.
Tampoco son buenos tiempos para la solidaridad estos que caminan
sobre las ascuas de la crisis, sobre todo cuando se construyen discursos de la
confusión aprovechando la penuria y las privaciones de muchos para resaltar la
magnanimidad caprichosa de otros.
“No les des peces, enséñales
a pescar”, decía un proverbio oriental que entendía que la ayuda a los
demás comienza con la enseñanza de los conocimientos necesarios para poder conseguir las mismas cotas de progreso y
bienestar por uno mismo, sin depender siempre de otros.
La solidaridad es un deber y un derecho. Un deber de los que
tienen y un derecho de los que necesitan y se debe regular legalmente y
establecerla por obligación, para que sea sistemática y rigurosa y para no
estar sujeta a los vaivenes de la subjetividad, el antojo o la ocurrencia
arbitraria o estacional.
La caridad es, sin embargo, como la beneficencia o la limosna,
voluble e inconstante y no está sujeta ni a leyes ni a normas. Depende de la
voluntad o del deseo del que la ejercita.
Joaquín Paredes Solís
Diciembre de 2013.
JUAN VERDE, JOAQUÍN PAREDES, YOSEP PALACIOS y JAVIER ESCUDERO
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