JUEVES 5 DE JUNIO DE 2014
PROGRAMA 22 / CURSO 2013 – 14
ABDICACIÓN
Abdicar es un verbo que se conjuga poco, porque no es muy habitual
que alguien renuncie a las ventajas o derechos que tenga, salvo que la edad, los
achaques o las enfermedades le impidan desarrollar con lucidez las funciones de
su cargo, o que las circunstancias le obliguen a ello.
Dicho de un rey o de un príncipe, el diccionario define abdicar
como la cesión o la renuncia que éste hace de su soberanía. Teniendo en cuenta
que la democracia es entendida también como aquel sistema de organización
política y social en el que la soberanía reside en el pueblo, parece que
monarquía y democracia no son sistemas muy compatibles, salvo que queramos
hacerlos compatibles por intereses, situaciones o coyunturas que nos aconsejen
o nos impongan su conveniencia o su oportunidad. Si no somos súbditos sino
ciudadanos, lo lógico y sensato es que actuáramos como tales, es decir,
expresando, decidiendo y proponiendo las razones y los principios por los que
queremos obligarnos dentro de un sistema de organización política. Del súbdito
se espera sumisión, obediencia o aceptación sin más. Del ciudadano se espera
sentido crítico, análisis, razonamiento y, como consecuencia de ello, consenso
o discrepancia.
En cualquier caso, parecería razonable que se sometiera a consulta
de la ciudadanía cada cierto tiempo el tipo de régimen que prefieren, ya que,
en definitiva, es ésta la que debe decidir por dónde quiere transitar en el futuro,
que no puede ser impuesto para siempre y para todos por una generación, por muy
preparada que esté o por mucha razón que tenga. Y cada cierto tiempo puede ser,
por ejemplo en una monarquía parlamentaria, como es el caso de España, cuando a
un rey deba sucederle otro, porque el momento debe proporcionar la voz y el
voto necesarios para que ese ahora concreto no se convierta en una nueva
imposición de los que prefieren la permanencia del statu quo frente al consenso de una consulta, que garantizaría y legitimaría,
además, la continuación o no de una determinada organización política y social.
La mayoría de edad, considerada tanto individualmente como de
forma colectiva, se mide por el grado de autonomía y de criterio a la hora de
tomar decisiones por parte de los individuos que conviven juntos en un
determinado tiempo y lugar, y nadie puede imponerse a la fuerza como tutor de
una comunidad transmitiéndole sus normas, opiniones, dogmas, tradiciones y
creencias sin darle la oportunidad, al menos, de discrepar.
(JPS. 2 de junio de 2014)
Juan Verde, José Ramón Hernández, Joaquín Paredes, Tino Soria y Javier Escudero
Para poder escuchar el contenido de la primera parte del programa, pinche en el siguiente enlace:
Para poder escuchar el contenido de la segunda parte del programa, pinche en el siguiente enlace: